SEMÂ

Bismillah

En el Nombre de Allâh, la Realidad tiernamente Misericordiosa, Infinitamente Compasiva

Nacimiento de la Ceremonia del Semâ

El 30 de septiembre de 1207, hace exactamente 800 años, nació en la gran provincia persa de Jorasán, Jazreti Mevlana Yeláluddín Rumi. Uno de los más deslumbrantes poetas místicos y maestros espirituales que ofrece a la humanidad la tradición sufí. Esta noche, quienes estamos aquí reunidos, nos sumamos a la celebración de su nacimiento y a los millones de personas que encuentran guía a través de sus libros y su enseñanza. En el Semâ, la ceremonia del giro que inspiró el intenso amor divino experimentado por Mevlana, honraremos junto a ustedes su legado y el deleite de su corazón.

Han transcurrido cientos de años desde el momento en que Yeláluddín Rumi giró alrededor de una columna, arrobado por la añoranza del amor divino que se erguía en él cuando estaba en presencia de Shams de Tabriz. Sin embargo, el paso del tiempo no ha restado fuerza, belleza, ni brillo a la ceremonia del Sema que inspiró aquella expresión de añoranza que todo corazón, en el Oriente y en Occidente, reconoce.

Los derviches giradores contemporáneos, siguen adorando y glorificando a la Realidad Divina con los corazones encendidos por el amor divino tal como lo hicieron las numerosas generaciones que los precedieron. Su giro está en armonía con el movimiento de la creación y da testimonio de la existencia y la majestuosidad de la Fuente Creadora. Es alabanza que contempla. Amor que reconoce. Asombro, afirmación y sumisión ante la develación de la existencia como una espiral ascendente de alabanza.

Los derviches y las derviches giran, contemplan y expresan en su movimiento la enseñanza Coránica que reveló que “Todo lo que existe en los cielos o en la tierra, sólo por existir, alaba a Allâh, Lo Altísimo”.

Tradicionalmente, en la Orden Mevlevi, el giro se realizaba después de la oración del amanecer. Quien tenía a su cargo el círculo del giro colocaba la piel roja sobre su hombro y solicitaba el permiso del guía espiritual de la comunidad para iniciar la ceremonia. Una vez que la maestra o el maestro concedían su autorización amparados en el permiso divino, la piel que simboliza a la vez la unicidad y la estación espiritual de Mevlana, era extendida.

Los derviches giróvagos, alineados y ataviados con sus amplias vestiduras blancas, sus mantos negros y sus altos sombreros de lana, toman sus lugares. Recitan hermosos versos del Masnavi, la obra más extensa y significativa de Jazreti Yeláluddin Rumi, en los cuales se honra al Profeta del Islam, al noble Mohámmed (s.a.w.s.), y luego se inclinan diciendo “¡Iá Jú! ¡Oh Esencia Divina!”.

El rito del Semâ propiamente dicho ha dado comienzo. Al compás de los kudums y el ney, los derviches se acercan —paso a paso— a la estación del maestro, a la estación de la humanidad perfecta. Cada uno de los derviches saluda con una inclinación profunda y recibe el impulso y el permiso para iniciar su giro.

Las voces, los cantos, los instrumentos, las súplicas, arropan al girador y lo acompañan. En el Islam, la experiencia del amor divino y de la elevación mística no pueden ocurrir en solitario. Porque misteriosamente la conciencia es acogida por la unicidad que todo lo contiene, que todo lo ama. Mevlana Yeláluddin Rumi dice que “todos los amantes son puentes para el amor divino”…

Shêij Tugrül Efendi
Líder de la Orden Sufí Halveti Jerrahi en Estambul, Turquía
México 2007